Una de las
noticias más leídas el 15 de enero del 2014 en Emol, hace cuatro días, tiene
que ver con el caso de una familia cuya madre está muerta cerebralmente, pero está
embarazada. La familia pide desconectarla, pero las leyes de Texas no permiten
remover el respirador artificial en caso de mujeres en gestación. La familia
presentó una demanda a la justicia de ese estado para que apoyen la decisión
que ella comunicó en vida y permita que el hospital pueda remover el respirador
artificial sin consecuencias legales.
Hay varios
elementos de este caso que llaman la atención.
Estos deben ser analizados individualmente para poder tener una opinión más objetiva de la situación.Por un lado, es importante empezar con una idea que aprendí por mi paso por escuela de medicina: no es buena idea agregarle el apellido “cerebral” al concepto de muerte. A una persona cuando el corazón le deja de funcionar se dice “esta persona falleció por un paro cardíaco”. Si a una persona le deja de funcionar el cerebro, la persona fallece por “cese de las funciones cerebrales”. Punto. Lo que ocurre en este caso, es que una mujer muerta está siendo artificialmente sostenida, manteniendo activas sus funciones corporales, por una ley que impide su desconexión por estar embarazada. El hecho de hacer la distinción entre muerte y muerte cerebral es precisamente lo que nos lleva a esta paradoja bioética.
Estos deben ser analizados individualmente para poder tener una opinión más objetiva de la situación.Por un lado, es importante empezar con una idea que aprendí por mi paso por escuela de medicina: no es buena idea agregarle el apellido “cerebral” al concepto de muerte. A una persona cuando el corazón le deja de funcionar se dice “esta persona falleció por un paro cardíaco”. Si a una persona le deja de funcionar el cerebro, la persona fallece por “cese de las funciones cerebrales”. Punto. Lo que ocurre en este caso, es que una mujer muerta está siendo artificialmente sostenida, manteniendo activas sus funciones corporales, por una ley que impide su desconexión por estar embarazada. El hecho de hacer la distinción entre muerte y muerte cerebral es precisamente lo que nos lleva a esta paradoja bioética.
Si es que
le preguntáramos a Kant, él nos dice que una persona nunca debe ser utilizada
como un medio, sino siempre como un fin en sí misma. Si lo aplicamos a este
caso, la mujer está siendo utilizada como una incubadora humana, no como un
fin. De hecho, el artículo menciona que ella en vida estaba en contra de las tecnologías
que prolongan la vida artificialmente. Esto, sumado al deseo de sus familiares
de retirar la ventilación artificial, fortalece el argumento de la desconexión.
Sin embargo este caso es particular, ya que el
feto tiene 14 semanas de gestación, no se sabe bien qué secuelas puede haber
sufrido durante el tiempo que no recibió oxígeno (lo que podría comprometer
severamente su potencial calidad de vida), no hay un documento de voluntad
anticipada que oriente respecto a lo que la mujer querría en este caso en
particular. Quizás, esta mujer sabiendo
sobre la situación, no le importaría servir como un medio si es que eso
conlleva a que el feto pudiese llegar a la viabilidad, para luego removerla
prematuramente (la viabilidad, el momento en que un feto puede sobrevivir fuera
del útero, se puede alcanzar a partir de las 24 semanas donde haya la tecnología
para ello) y transferirla a una
incubadora para el resto de su desarrollo. No parece algo descabellado, si es
que la familia quisiese darle la oportunidad al feto de llegar a término.
El asunto, pienso yo, es que la ley no debería
tener la propiedad de determinar qué hacer en casos como estos. Estos casos solo
pertenecen a la persona en cuestión y a sus familiares; son cosas íntimas de
las dinámicas familiares, las costumbres y creencias que ellos estimen pertinentes.
Si por un lado, creen que lo más digno para la madre y el feto es que se siga
el transcurso natural luego de la embolía pulmonar, es una decisión particular
de ellos. Si es que deciden mantener las funciones del cuerpo de la mujer
embarazada para la posibilidad de que el feto alcance la viabilidad, también sería
decisión de ellos. Lo que también opino es que el feto en sí mismo, en su estado actual, no tiene la propiedad de
exigir que se mantengan las funciones de la madre para su eventual desarrollo.
Por lo tanto, la decisión final debería provenir de las opiniones de la mujer
en vida (idealmente a través de un documento de voluntad anticipada) y de sus más
cercanos.
Para otra opinión, los invito a leer un artículo del Dr. Arthur Caplan, director de ética del centro médico de la Universidad de
Nueva York (NYU).