Sunday, January 19, 2014

Muerte Cerebral y Embarazo: Una Decisión que No le Corresponde a la Ley

Una de las noticias más leídas el 15 de enero del 2014 en Emol, hace cuatro días, tiene que ver con el caso de una familia cuya madre está muerta cerebralmente, pero está embarazada. La familia pide desconectarla, pero las leyes de Texas no permiten remover el respirador artificial en caso de mujeres en gestación. La familia presentó una demanda a la justicia de ese estado para que apoyen la decisión que ella comunicó en vida y permita que el hospital pueda remover el respirador artificial sin consecuencias legales. 
Hay varios elementos de este caso que llaman la atención. 
Estos deben ser analizados individualmente para poder tener una opinión más objetiva de la situación.Por un lado, es importante empezar con una idea que aprendí por mi paso por escuela de medicina: no es buena idea agregarle el apellido “cerebral” al concepto de muerte. A una persona cuando el corazón le deja de funcionar se dice “esta persona falleció por un paro cardíaco”. Si a una persona le deja de funcionar el cerebro, la persona fallece por “cese de las funciones cerebrales”. Punto. Lo que ocurre en este caso, es que una mujer muerta está siendo artificialmente sostenida, manteniendo activas sus funciones corporales, por una ley que impide su desconexión por estar embarazada. El hecho de hacer la distinción entre muerte y muerte cerebral es precisamente lo que nos lleva a esta paradoja bioética.
Si es que le preguntáramos a Kant, él nos dice que una persona nunca debe ser utilizada como un medio, sino siempre como un fin en sí misma. Si lo aplicamos a este caso, la mujer está siendo utilizada como una incubadora humana, no como un fin. De hecho, el artículo menciona que ella en vida estaba en contra de las tecnologías que prolongan la vida artificialmente. Esto, sumado al deseo de sus familiares de retirar la ventilación artificial, fortalece el argumento de la  desconexión.
Sin embargo este caso es particular, ya que el feto tiene 14 semanas de gestación, no se sabe bien qué secuelas puede haber sufrido durante el tiempo que no recibió oxígeno (lo que podría comprometer severamente su potencial calidad de vida), no hay un documento de voluntad anticipada que oriente respecto a lo que la mujer querría en este caso en particular.  Quizás, esta mujer sabiendo sobre la situación, no le importaría servir como un medio si es que eso conlleva a que el feto pudiese llegar a la viabilidad, para luego removerla prematuramente (la viabilidad, el momento en que un feto puede sobrevivir fuera del útero, se puede alcanzar a partir de las 24 semanas donde haya la tecnología para ello)  y transferirla a una incubadora para el resto de su desarrollo. No parece algo descabellado, si es que la familia quisiese darle la oportunidad al feto de llegar a término.
El asunto, pienso yo, es que la ley no debería tener la propiedad de determinar qué hacer en casos como estos. Estos casos solo pertenecen a la persona en cuestión y a sus familiares; son cosas íntimas de las dinámicas familiares, las costumbres y creencias que ellos estimen pertinentes. Si por un lado, creen que lo más digno para la madre y el feto es que se siga el transcurso natural luego de la embolía pulmonar, es una decisión particular de ellos. Si es que deciden mantener las funciones del cuerpo de la mujer embarazada para la posibilidad de que el feto alcance la viabilidad, también sería decisión de ellos. Lo que también opino es que el feto en sí mismo, en su  estado actual, no tiene la propiedad de exigir que se mantengan las funciones de la madre para su eventual desarrollo. Por lo tanto, la decisión final debería provenir de las opiniones de la mujer en vida (idealmente a través de un documento de voluntad anticipada) y de sus más cercanos.
Para otra opinión, los invito a leer un artículo del Dr. Arthur Caplan, director de ética del centro médico de la Universidad de Nueva York (NYU).